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2023

Carolina Salcedo

Carolina Salcedo

Cuando nací le dijeron a mis padres que había nacido sorda. Mis orejas físicamente se veían bien, pero en ninguna de las dos había conductos auditivos, hubo mucha tristeza en mi familia, pero también berraquera y ganas de salir adelante.

Un día se cayó una muleta de una abuelita y yo me asusté y me desperté, entonces mis padres comenzaron a observar que yo respondía a estímulos de vibración y de música, y que alcanzaba a escuchar muy poquito, pero algo.

Comencé a bailar, a hablar, a caminar a los nueves meses y, comenzó mi travesía escolar. En el jardín los profesores me ayudaban sentándome adelante y hablándome vocalizando muy bien las palabras, así desarrolle la habilidad de leer labios.

En una de las consultas médicas resolvieron hacer una cirugía en mi oído izquierdo, la cirugía duró casi ocho horas y en esa época vendaban toda la cabeza, casi como una momia; Luego de casi una semana de hospitalización tuve mi consulta para el retiro de la venda. Las caras de mis padres lo decían todo, pero yo no entendía que pasaba, cuando nos montamos al carro me vi en el reflejo de la ventana y no veía mi oído, recuerdo que lloraba y lloraba, y mis papás solo decían que todo iba a estar bien.

El médico había dicho que faltaba otra cirugía para poder arreglar el daño físico que él mismo había, pero el daño después de la cirugía fue peor. Ya no tenia arreglo.

Con esto comenzaron las burlas en el colegio y los malos chistes. esto me afectó muchísimo. Comencé a esconderme en el pelo, en un pelo largo que cubría mis oídos, no dejaba que nadie me tocara la cara y ni me cogieran el pelo, pero ni con eso, tuve que afrontar frustraciones amorosas, increíblemente me dejaban cuando se enteraban de mis problemas auditivos y de mi oido.


Aún así me gradué del colegio y de la universidad, comencé a trabajar. Y me enfrenté increíblemente a una ignorancia adulta, donde no sabían como manejar de manera digna y diferente una discapacidad. La vida comenzó a pasar, y yo con ella comencé a sentirme más fuerte. Conocí a mi esposo, hace 15 años, y con él la seguridad de mostrarme como soy. Ahora muestro mis oídos con mucho orgullo, cuento mi historia con lágrimas, por que el camino no fue fácil. Mis hijos también saben y se sienten orgullosos de su mamá y lo que ha construido.


En el 2018 inicie en el Triatlón, venciendo miedos, pasando la linea de meta, llorando de ver a los seres que amo sentirse orgullosos de mi, decidí iniciarme en este deporte y habían muchos miedos:


1. Desde mi cirugía número uno hasta la última, 15 en total, nunca me ha podido entrar agua al oído, entonces debía meterme a la ducha con un tapón especial. con este tapón podía también nadar, mi estilo favorito siempre ha sido pecho y es donde más control puedo tener sin sumergirme demasiado. Pero luego venia la pregunta, ¿y en el mar como voy a hacer? 

Les cuento que nado con tapón y doble gorro de silicona, es decir quedó todavía mas aislada del sonido. Y realmente da miedo, pero cada vez que siento ese miedo miro mi pasado y me lleno de tranquilidad y fortaleza para terminar.


2. ¿Y si leo labios, como voy a hacer en la bicicleta para poder oir a los que vienen detrás? 

En mi primera experiencia aprendí a que debo siempre irme a la derecha, muy a la derecha, pegadita a la línea, ya hoy he tenido un poco más de instinto de ciclista y me defiendo mejor. 


Es la experiencia de vida más maravillosa en la que he estado como deportista, pero además como ser humano, donde el podio se logra con cada gota de sudor, con cada ampolla en los pies, con el sabor del mar, con las piernas cansadas, y que todo valió la pena, cuando en el cuello se cuelga la medalla del triunfo. un triunfo personal y de familia.

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